El maestro como ente de autoridad tiende a centrarse frecuentemente en su sabiduría dejando de lado aquello que implícitamente abarca su labor docente y es precisamente aquellos actos ya sean corteses o descorteses que muy seguramente lo han de caracterizar. Entre los más frecuentes se hallan la falta de saludo, volverse intransigente, falta de control de la voz, la actitud opulenta de pretender saber todo y no equivocarse y la falta de interés hacia la clase.
Como estrategia que propicie un mejor desenvolvimiento del maestro dentro del aula de clase es necesario que el maestro no sólo reconozca sus falencias, sino que adopte nuevos estilos de comportamiento como reconocer el esfuerzo de los estudiantes, canalizar las emociones para evitar disgustos o molestias si fundamento, debe procurar estar siempre presto a ayudar al estudiante en su proceso de formación y dejar de lado el molde desde el cual se pretende enseñar, es decir dejar de ser una máquina que educa para volverse un poco más humano.
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