“me an t’ee…” No hace parte de ningún dialecto de alguna de las lenguas conocidas por el mundo moderno y, sin embargo, es uno de los medios con que cuenta una joven de Carolina del norte en Estados Unidos. La articulación de sonidos acompañada por rituales comportamentales propios de lo que muchos expertos en el campo de la psicología y la lingüística acotarían sin ningún riesgo a una actitud propia del periodo egocéntrico, en el cual es más que evidente un sistema de comunicación fundamentado en la gesticulación y movimiento corporal que paralelamente articulados le permiten a aquella muchacha su libre expresión como cualquier ser humano.
El hecho carecer de un referente por parte de adultos con un grado de madurez con respecto a niveles comunicativos, obligó a Nell y a su gemela a adoptar un sistema que puede categorizarse como variante del inglés. No obstante, el elemento más notable de su ser recae justamente en la brecha que se produje en su ser al recurrir primariamente a manifestaciones corporales para transmitir lo que la afecta o quiere expresar desde su interioridad.
Si bien en cualquier ser humano que haya sido adiestrado en unos parámetros de orden social con fines de facilitar la participación en comunidad, en Nell su expresividad es extremadamente transparente, todo su cuerpo transmite directamente el estado en el que se encuentre, desde sus ojos, gestos faciales y movimientos de extremidades permiten al espectador conectarme rápidamente con lo que aquella puede estar intentado decir. Todo esto como abre bocas a la producción fílmica “Nell”, del director Michael Apted, protagonizada por Jodie Foster, Liam Neeson y Natasha Richardson.